Se miran sin verse. Al menos uno de los dos.
Antes eran eso: dos. Ahora no lo saben bien. Hay días en que parece que la vieja camaradería persiste: se ríen juntos, juntos se callan; se acarician queriendo y sin querer se rozan; se miran y suspiran, como en un sueño.
Pero ahora se cuentan esos momentos con los dedos de una mano. Por decirse, ya hasta ni discuten. Ls palabras se hallan secas entre los dos, y huecas a veces, rebotando y estrellándose contra el suelo desnudo. Porque no duermen desnudos. Antes el mero toque de piel contra piel desbordaba la pasión y hacían maravillas del mero silencio. Ahora el silencio cae pesado y ninguno de los dos lo recoge. Miran para otro lado y no se oyen. Cesaron las palabras como las caricias y como las ganas.
Al menos para uno de los dos.
Se quieren, o eso se dicen. Pero ya no pueden estar juntos. O eso es lo que uno de ellos piensa. No le gusta la imperfección ni los juguetes rotos: a eso se ha reducido su amor, o eso se dice.
Uno navega entre el querer y el no poder. Late su corazón con ritmo de loca ansia. Quiere decir que todo puede arreglarse, que el amor congela lo olvidado y reanima lo vivido. Uno sabe que se muere de ganas por tocar, por abrazar, por seguir amando. Sabe que la vida no es fácil y que lo que llegaron a tener no lo volverán a encontrar nunca. Que el amor es más poderoso que el orgullo y quizá más que la pasión. Y que dura, seguro que dura, mucho más. La vida es larga, el querer se enraíza y a veces tropieza para volver a levantarse. Que el tiempo pasa y nada es ahora fácil, que el tiempo ha pasado para los dos aunque no se dieran cuenta.
Intenta sujetar el brazo que se posa en el pomo de la puerta. No hablan. Uno cierra los ojos y suspira. Qué difícil es lo que tan sencillo parecía en su mente.
No hablan. Pero uno quiere gritar: ¡Quédate!
El otro lo que quiere oír. Pero sólo hay silencio y el tiempo se congela. Y nada más.
lunes, 16 de septiembre de 2013
Desde... "Tiempo de Curar"
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