Amour es la dedicación de un hombre que cuida a su esposa. Es ternura. Entereza. Es cumplir una promesa hasta el final. Es encargarse de tu compañero, de la persona que te lleva acompañando toda la vida. Es debatirse entre el deseo de seguir cuidándola y la culpabilidad de querer evitarle un sufrimiento innecesario. Es una enfermedad degenerativa. Es el paso inexorable del tiempo y la humillación que conlleva. Es una tristeza insoportable.
En Amour, una historia de la infancia sirve de preludio para un clímax tan inesperado como triste. Haneke construye un retrato intenso y duro sobre la vejez posicionándose sin miedo en el debate de la eutanasia. Y se merece una ovación: por atreverse con una historia de ancianos. Por filmar la muerte sin recurrir a efectismos. Por no manipular emocionalmente al espectador ni caer en sentimentalismos falsos. Por rodar una obra maestra.
((Crítica de Laura Lazcano))
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